Por: La Red en Uruguay ·
La llamada Marcha del Silencio se convirtió en Uruguay en la única manifestación capaz de reunir todos los 20 de mayo, desde 1996, sin necesidad de convocatoria, a decenas de miles de personas que reclaman Verdad, Memoria y Justicia.
En 1998, Madres y Familiares solicita al Teatro El Galpón su colaboración para integrar un gesto artístico que culminara la Marcha. Así, el Teatro se integra a la organización de la Marcha haciendo parte de la Coordinadora de Apoyo. Éste fue un hecho significativo que promovió la conjunción de Arte y Memoria, de artistas y activistas por los derechos humanos, que sería el antecedente para la formación del Museo de la Memoria – MUME.
Convertida la Marcha en patrimonio vivo, cuando se instala el Museo de la Memoria, la Marcha se instala en el museo. Las fotografías/pancartas que portan los familiares ingresan al museo y se cuelgan en sus salas.
La simbolización artística de la Marcha y su musealización, son aspectos que conforman la trama de lucha social por la Verdad y la Memoria, y la colocan más allá de lo concreto. De esta forma, la marcha trasciende e impacta los mecanismos simbólicos que resignifican, a través de expresiones artísticas, lo no hablado y ocultado. Todo ello se explicita sin necesidad de la mediación de palabras y cánticos. La palabra que no alcanza para nombrar lo siniestro y obsceno, es sustituida por el lenguaje visual y activo a través de acciones e instalaciones artísticas que hablan por sí mismas, dando participación interactiva a protagonistas y observadores.
La marcha es más grande cada año. Es de un silencio sepulcral que impacta en los corazones como un grito ahogado contra la impunidad
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